lunes, 21 de octubre de 2019

El fin de la inocencia


Al igual que le está ocurriendo al estado español con lo de su ‘democracia ejemplar’, en casa estamos teniendo ciertas dificultades manteniendo, apuntalando, el relato.
Hace un par de meses se fue a tomar por culo lo del ratoncito Pérez, con la consecuente erosión conceptual del tema Santa Claus y reyes magos.

En esas andábamos cuando, en mi empuje didáctico y de valores -no relacionado con lo anterior-, le puse a mi hija de 8 años “Stop at nothing”, el espléndido documental sobre el tema Lance Armstrong.

Me sirve, cómo el hábil lector habrá triangulado ya, para articular una retórica demonizante sobre el tema drogas. “Mira que malos estos tíos que eran TRAMPOSOS y tomaban DROGAS para ganar pero luego les descubren y lo pierden todo, y tienen CÁNCER” tal y tal.

El discurso está bien hilvanado, y ciertamente -y hasta que pruebe la primera clencha-, está volcada contra las drogas y el alcohol. Bien ahí.

Pues en estas estábamos, cuando hacía el final del documental sale Tyler Hamilton (exciclista del US Postal -creo- y excompañero de Lance) entrevistado a cámara y proclama “Somebody has to tell the kids that Santa Claus is not real” [Álguien debe decir a los niños que Santa Claus no es real] referido obviamente al hecho del desenmascaramiento de Armstrong.

Yo noté que a la niña se le ponían las orejas de punta pero no dijo nada. Sabía que la bomba de relojería estaba ya en marcha. Seguimos hablando de que si ‘qué mal los que se drogan’ y tal. 

Pero al día siguiente, ayer, y mientras estábamos en silencio en el sofá, me suelta un:
-¿Los que se drogan dicen mentiras?
-Por supuesto, TODOS.
-¿El niño que ayer en el documental dijo aquello de Santa estaba mintiendo?
-Absolutamente, cómo todos los drogados.
-Uffffffff, menos mal, me pondría taaaaaaaaaaaan triste que fuera mentira….
-Descuida mi amor...

Si le faltaba una pizca de evidencia para confirmar el trolón de Santa y de TODO, lo halló viendo el puto documental. Ahora además ve claramente que soy un MENTIROSO.

La inocencia se puede perder de muchas maneras, y esta fue la suya.
Una pena.

martes, 1 de octubre de 2019

En el Mundial 82 iba con España


El 1 de Octubre de 2017 me afectó a nivel personal, y desde entonces no he vuelto a ser el mismo.
No diré que no puedo hacer vida normal, ni que estoy deprimido, ni ansioso, ni nada de eso, pero a partir de ese día mi vida cambió.
Para mal.

Quieras que no, yo en el mundial 82 quería que ganara España, y en el 86, ya menos en Italia 90, hasta que me importó un cojón en el 98. Pero tampoco les odiaba.
Recibía cómo buena noticia cuando bajaba el paro, cuando fue admitida en la CEE, y cuando parecía que esto podía ser un lugar normal.
Yo, aun sin simpatizar demasiado con ella, no odiaba a España.
Y a pesar del atropello del Estatut y todo el jabalismo micropénico demostrado desde 2010, más que odio lo que sentía era desdén y resignación con un país muy retrasado a todos los niveles pero que parecía querer intentar ser decente.

Pero ese 1 de Octubre de 2017 lo cambió todo.

Yo pensaba que mi padre era cortito por venir de dónde venía, pobre hombre. Venido del terruño, trabajó cómo estibador hasta el accidente en 1984. Hasta entonces no había sido un buen padre, mucho menos un buen marido, pero el tío hacía lo que podía y a pesar de su porfía con el alcohol, yo quería pensar que tenía buen corazón. Por eso tras el accidente y con 16 años me puse a trabajar y a darle todo el salario. Seguía chillando a mamá pero yo pensaba que era por su frustración, por sentirse inútil, y por no haber tenido nunca una educación.
El 1 de Octubre fue el día en que mi padre me cruzó la cara a hostias llegando borracho del bar y casi mata a mi madre a palos. A mi hermano lo tuvimos en Bellvitge dos semanas ingresado.

Ese fue el día en que entendí que siempre estuve equivocado, y que mi padre siempre había sido y siempre sería lo que era. Un cerdo.

El 1 de Octubre abrió mis ojos, y lo que vi me dolió mucho.
Ya nunca volveré a abrazar a mi padre, le deseo lo peor, y si Dios me da ocasión de segar su vida, ni por un momento dudaré que eso es lo debido.
Y si no puedo yo, mi deber es que mis hijos busquen la ocasión de hacerlo.

Ahora sí les odio. No me gusta, me duele, pero es así y es lo justo y debido.

La verdadera historia de la rivalidad Barça-Madrid

Seré conciso. H ay cientos de libros que cuentan esto en 400 páginas. Yo lo he hecho en dos, o sea que las gracias me tendríais que dar, ing...