En cualquier caso, la situación era hiriente. Simplificando porqué no me acuerdo bien “dice que está confundido, que necesita tiempo para pensar, que no quiere perderme, que quiere dejar una puerta abierta, pero te digo que yo no soy tonta, que si cuanto tiempo se supone que tengo que esperarle, que si ya es mayorcito, que si ya está bien, hombre, que ya está bien, y que él insiste que me quiere pero que está muy confundido ahora con todo lo que le ha pasado”.
En mis buenos tiempos yo hubiera añadido elementos interesantes como ‘nunca amaré a nadie como te amo a ti’ o ‘necesito tiempo para ordenar mis pensamientos’, pero el tío anduvo fino.
En resúmen, lo que dice el tio es:
Estoy hartito de ti. Dados tus cocazos, empecé con toda esta historia para acostarme contigo y comértelos hasta que se me luxara la mandíbula. Para lograrlo tuve que hacer concesiones como sacarte a por cafés e ir a cenar contigo. Una vez lo logré ardía en deseos de comértelos una y otra vez y otra durante semanas. Pero ahora ya no. However:
La propuesta del tío es:
Yo voy a salir a machete a ver qué cazo. Si en el peor de los casos posibles fracaso, o por fuerzas de la naturaleza como la Ley de Rachas (*) entro en una dinámica abyecta, pondero la posibilidad de mandarte un sms, donarte la píldora, y acostarme contigo para comerte los cocos hastal amanesél. Por la mañana me iré y al dia siguiente te llamaré para decirte que fue un error y consiguientemente repetir el bucle de que ‘necesito tiempo para ordenar mis ideas y tal’, todo ello sin perjuicio de repetirlo hasta las ultimísimas consecuencias -> que es comiéndote los cocazos yet again.
He ejecutado esta técnica con éxito repetidamente, he llegado a exceler en su planificación y deleitar en su ejecución –la última vez que me funcionó tenía yo 27 tacos-, pero me parece francamente patético que cualquier hembra mayor de 20 años pueda tragarse tamaño saco de ponzoña.
Es todo una treta para poder ponerla en caliente si no hay suerte ahí fuera, una burda utilización de vuestro cuerpo importando un huevo vuestros sentimientos.
¿Queda claro?
Al próximo que os venga con esto le rompéis el Nokia en la boca. Madurez, señoras!
(*) Raymond Rachas, Brighton 1902-1972. Teólogo finlandés.