viernes, 25 de mayo de 2012

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Bajo la inocente apariencia de un burdo sistema de mensajería instantánea vía servicio móvil de datos, el WhatsApp ha llenado un vacío enorme en el mundo de la comunicación y las redes sociales, un hueco que casi nadie supo ver. Y no me refiero a la posibilidad de hacer chats en grupo, mandar fotos, posiciones actuales, vídeos o meter smileys solamente; WhatsApp complementa un nicho vital en la comunicación interpersonal.

Yo, por ejemplo, realizo -estimo yo- el 60% de mi tráfico ‘social’ por WhatsApp, pues presenta una ventaja mayúscula: el timing. Normalmente me da mucha pereza llamar, y cuando recibo llamadas casi siempre son en mal momento. O estoy reunido o estoy bañando al mono o estoy haciendo algo que interfiere con la cháchara. Cuando termino veo la llamada perdida y no queda otra que coger y devolverla; normalmente esto me da pereza, no soy tío hablador. Similarmente, cuando llamo a alguien, más de la mitad de las veces debo llamar en mal momento y no me lo cogen, y pongo sobre los hombros de la inocente víctima la carga de tener que devolver la llamada –asumo que a todo el mundo le da pereza devolver llamadas.

Con el WhatsApp en cambio, y cómo somos perezosos:
1-El mensaje es claro y sin cháchara; ni ‘cómo va eso’, ni ‘qué estás haciendo’. ‘Mañana 21:00 bar casa Santi’. Me gusta.
2-Ya responderás cuando te vaya bien.
3-Da mucho menos pereza teclear ‘ok’ que devolver una perdida.
4-Con el chat en grupo, lo que hubiera costado dos noches de confusión y 6 llamadas se liquida en 8 mensajitos.

Va además divino para felicitar cumpleaños o cosas así un poco más relevantes pues muestra más proximidad que el SMS. Felicitar un cumple por SMS ‘fa lleig’, pero por WhatsApp, como que tiene colorido y metes emoticonos de flores o regalos o petardos, queda mucho más arreglado y personal. Dónde el SMS era indigno, el WhatsApp resulta dulce y cercano.

jueves, 24 de mayo de 2012

Lo enterraron y yo seguía allí


Me considero una persona digna y honorable. Muy digna y honorable, con estándares morales estratosféricos por mucho que pueda no parecerlo, pero en mi vida han existido tres episodios -anecdóticos si quieren- que me entristecieron; me sentí decepcionado de mí mismo.
No quiere esto decir que nunca haya hecho el mal: he traicionado a mujeres y he sido traicionado, he robado y me han robado, he mentido y me han mentido, pero todo ello forma parte del tira-y-afloja de las cosas.
Estos tres episodios empero permanecen perennemente en mi memoria, señal de que no me sentó nada bien lo que hice.

El primero fue cuando fallé al Dr. Bartolomé, catedrático de Economia de la UB. Estaba a un plis de terminar Empresariales y entrar en Económicas pero me tumbaron Macro IV en Septiembre. Subí a su despacho a suplicarle y me dijo que el exámen era un 4.15 siendo generosos. Le dije que me habían admitido en Económicas ya (cosa cierta), que Macro IV era mi última asignatura (cierto), que si no aprobaba no podría entrar en Económicas (cierto también), y que la ilusión de toda su vida de mi padre era que yo fuera economista (trola; le importaba un cojón). Tras un tira y afloja lacrimógeno de dimensiones bíblicas, me concedió aprobarme ya a cambio de venir yo antes del 30 de Septiembre a su despacho y ser objeto de un exámen oral “que me deje impresionado” cito literlamente sus palabras. Le perjuré que así sería y entré en Económicas. Jamás me volvió a ver.
Indigno.

El segundo fue cuando fallé al Dr. Grafing. Él me acogió en la universidad en USA cuando yo era un puto immigrante descamisado que ni hablaba inglés y él el Director de la Oficina de Admisiones. Me dio un trabajito en la uni y me trató cómo un hijo durante dos años. Una vez, entre semana, nos pusimos finísimos en una fiesta hasta el amanecer, y me presenté al trabajo a las 13:30 medio borracho cuando se me esperaba a las ocho. Dije que me había encontrado mal, excusa absurda dado mi hedor a taja, y pude ver la decepción en sus ojos.
Nunca más me volvió a tratar con la cercanía de antes, con justícia.

El tercero fue cuando murió mi abuelo, con quien sentía un estrecho lazo. Yo vivía en EEUU por aquel entonces. Estuve en permanente contacto telefónico con mis padres “que si l’avi està fumut” y tal y tal. Hablaba con ellos varias veces al día para entender su estado y prever su evolución, que terminó siendo adversa. Cómo es tan frecuente cuando un inmigrante está en EEUU, en esa fase mis papeles no me permitían re-entrar el país caso de abandonarlo (temas de visados de trabajo o de estudios o de lo que fueran). Si salía no podía volver a entrar. Y en esas que murió y yo seguía allí. Y lo enterraron y yo seguía allí. Cada vez que recuerdo esos días siento mucho dolor, no por haber podido cambiar el destino de las cosas y no haberlo hecho, sino por haber sido tan indigno de pensar en papeles y mierdas en vez de coger el avión e ir a su lado en sus últimos momentos. Bien es cierto que ninguno pensaba que iba a morir y que de haber salido de EEUU no hubiera podido regresar a mi novia, a mi trabajo o a mi vida, circunstancia que seguramente hubiera sido bastante más adversa que el mero hecho de no ir al funeral.
Pero me sentí, y me siento, indigno por ello.

Supongo que necesitaba escribir esto.
Gracias por su tiempo.

miércoles, 23 de mayo de 2012

No sé cómo llamarla


Si queremos hacer pela de verdad, pero pela larga, tenemos que inventar la inyección esa que siempre se cruza en mis pensamientos pero no sé cómo llamarla.
Es una inyección que se la metes a alguien y para ese alguien el tiempo se detiene. No evoluciona ni física ni mentalmente. No implica inmortalidad –pues el sujeto se muere igual cuando le toque- pero mientras tanto no presenta degeneración celular alguna ni desarrollo físico alguno. Se paralizan todos los procesos de crecimiento, físicos y mentales.
Con esto, aun clavando €15,000 por dosis, nos forrábamos.

Las aplicaciones son obvias: para empezar cachorros de perro. ¿Saben cuando son tan monos, que andan así con torpeza y tienen la cabeza tan grande comparada con el cuerpo? ZASCA, cachorro para 15 años.
No obedecerá órdenes ni recogerá el frisbee con la boca (¿queda algún retrasado mental aún en este planeta que juegue el frisbee?) pero se acurrucará en nuestro regazo en el sofá que será un primor.

¿Qué decir de los humanos? Yo creo que entre los 2 y 3 años obtienen su pico de candidez y deliciosidad. Caminan con fluidez, hablan lo que necesitan (ni más ni menos; calidad muy infravalaroada nowadays), cantan y bailan mucho, tienen momentos cariñosos, y si bien presentan tendencia a ponerse pesaditos, su olor, textura, calor corporal, uñitas de los pies, boquita de piñón, ricitos en el pelo y el genuino amor de sus abrazos les hace estimables. ZASCA, bebito para 80 años.

Yo estoy tan embobado con la mía que me da muchísima pena que crezca. La estrujaría con tanta fuerza que le crujiría las costillas hasta dejarla del tamaño de un puño. Me deprime la idea de que hable con fluidez, se encabrone, me chantajee, me cambie los canales de la tele, se vista como una puta y, huelga decirlo, se meta en el asiento trasero de un futuro SEAT UTRERA a que se la cepille un cavazanjas con un chándal del RCDE.

Algunos diréis que es el ciclo de la vida, pero yo creo que si inventamos esa inyección nos forramos. No tiene que ser tan difícil, joder.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Vine y se la cogí


Como hace años que anticipo (desde 2006 en este blog pero desde 2003 -momento en el que dos expertos me explicaron bien el tema- en sobremesas) el mundo tal y cómo lo conocemos tiende irremediablemente a su derrumbe. Sostengo que la responsabilidad del fin de los tiempos recae en el sistema bancario (cómo sistema, no cómo suma de bancos en sí), y no por lo de ahora sino por su operativa fundacional en definitiva esponsorizada y protegida por los políticos durante un siglo -ver el blog del link anterior desde el principio.

Lo de ahora viene de lo otro, cierto, los bancos han actuado irresponsablemente, cierto también, y han demostrado estándares morales ignominiosos, veraz es, pero no olvidemos que importante cuota de la culpa corresponde a aquellos que pidieron dinero que no devolvieron; las cosas claritas. 
Lo de las sub-primes fue otro clavo en el ataúd y resulta obsceno no ver a tres mil tios en chirona, pero bueno, hace ya muchos años que los bancos actúan de manera irregular y todo ello ha sido permitido por los legisladores y los gobiernos -que de hecho no han sido más que sus títeres.

A raíz de lo cual (va por tí, posi) ya desde 2008 advertí a quienes tienen un poco de pasta -como por ejemplo mi padre- que la movieran. En dos pasos:
 1-Liquidar todo lo que estuviera en fondos y planes (fueran esos fondos agresivos o no) y traerlo a cuenta corriente (semi-líquida).
2-Fundirse la pasta. Tocho es bueno, rehabilitación es bueno, coches es bueno, fundírsela es bueno... Mujeres, sellos, palos de golf, da igual. La idea es no dejar los ahorros de una vida como bits en un mainframe, que eso es muy volátil. Convertir pasta virtual en algo tangible es la idea subyacente.

Vaya cómo vaya la cosa (puede petar todo en 6 semanas o 15 años) les aseguro que el anterior es un buen consejo. Y si no peta nada, al menos ya habrán disfrutado de la pasta que con tanto esfuerzo ahorraron. Es un consejo win-win, cero riesgo.


Hasta aquí lo importante. Lo que viene en adelante es anecdótico y no necesariamente relacionado con lo anterior.

Cómo vendo consejos a quien me paga el sueldo e intento ser consecuente con los mismos, me dispuse a hacer lo mismo. Habida cuenta de que no tenía nada que hacer en el paso 1, pasé directamente al 2. Pulután, tenía que ver cómo pulírmelos, tasca en la que mi Santa Señora me asesoró hábilmente e iniciamos unas obras en casa encaminadas a pulírnoslo todo. Luego se nos fue la mano pero eso da igual. Obras, huelga decirlo, presididas por el intercambio pecuniario opaco a.k.a pagando en negro whenever possible.

Y en esas que me planto en La Caixa un Lunes y digo:
-Hola, reintegro.
-Sisañó, lo puede hacer en el cajero.
-Esto no. €X,000.
-¿!? No los tenemos ahora, nos tiene que avisar.
-No entiendo: –espeto gallardo- os dejé mi dinero y ahora lo necesito. Dámelo.
-Ya, Sañó, pero es que aquí trabajamos con unos niveles de tesorería blah-blah-blah.
-Entiendo la situación –dije con comprensión. Se trabaja con medias y expectativas de cash-flow y entiendo que si te viene un tío con un request anómalo te rompe el planning. Tiene sentido. -¿Cuándo va bien que regrese? ¿Mañana?
-Hombre, es que para estas cosas nos tiene que avisar.
-Avisado quedas, mañana.
Vine y se la cogí.

El Lunes siguiente llamo: “Que mañana vengo a por otros €X,000”
Entonces, habida cuenta de que la protocolaria medida del aviso estaba siendo debidamente cumplimentada, la excusa fue otra: “...que somos una oficina pequeña y que la fregoneta con la molla sólo viene una vez a la semana y que estamos a final de ciclo y tal”.
-OK. ¿Cuando viene la furgo?
El tío que pregunta y re-pregunta a la Directora, “el Miércoles”.
-El Jueves a primera hora estaré aquí.
Vine, cogí la pasta, y le dije: "ojo, que el Lunes necesitaré otros €X,000".

Llegó el Lunes, llegué yo a la oficina y se la pedí.
El tío ya blanco se negó, que si ya “había hecho muchos reintegros”.
-Y los que hagan falta. La pasta.
El tío que llama a la directora que sale a verme y me cuenta que “si esto es un pueblo de playa y que el Domingo todo el mundo saca pasta y nos han dejado los cajeros secos”, a lo que recomiendo que ajusten su planning de cash-flow a la temporada de playa, cómo de un dirigente diligente se esperaría. Otrosí, la pasta.
Que estoy seca, Papito, y que regrese el Jueves me dice.
-Ah, lo de la furgona con la molla.
-Sí, eso mismo –me dice pobrecilla.
Vine y se la cogí. Salió la directora alertada nuevamente por mi oscura presencia y por el temor a que les volviera a pedir más pasta.

-¿Puedo preguntar por estos movimientos de ‘efectivo’? (les gusta llamar ‘efectivo’ al cash al parecer)
-Ni puede ni debe –respondí- pero se lo diré por satisfacer mi más vil retintín. Me la llevo porqué estoy convencido de que vosotros y todos los bancos y cajas os vais a ir a tomar viento a la mayor brevedad.
-Eso son cosas que se dicen en la prensa pero le aseguro que patatín-patatán.
-Estimada Mercè: tengo los cojones negros del humo de mil batallas y los tobillos como robles de cagar a pulso en bares de carretera. Conozco perfectamente a qué nos estamos enfrentando y si tú tuvieras los conocimientos que tengo yo ya estarías dropando currículums en el Pryca. Esto no lo salva ni Mickelson con un 64 grados (esta alegoría es mentira, me la acabo de inventar; me ha parecido razonablemente ingeniosa a ojos del conoisseur).
-Bueno Sr. Fórceps si no tal no cual (no escuché del todo).
-Hasta la siega del pepino y mucha suerte! –les espeté, desconocedor de que a las pocas semanas necesitaría un préstamo que a día de hoy sigo negociando, obviamente, con el director de otra oficina.

THE END

martes, 15 de mayo de 2012

Negros cumulonimbos evolucionan a velocidad inverosímil


Para mí, estudioso del tema, la situación económica y financiera mundial se puede resumir con una bella parábola costumbrista.

Es un poco como cuando estás en Platja d’Aro de copas en un pub aceitoso y ves a dos grupos de guiris que se encaran. Ingleses. Cavazanjas analfabetos desdentados, hijos de la (inacabada) revolución sexual británica por la cual ‘cuanto más joven te quedes preñada mejor’, a punto de enzarzarse en una tangana. Gentuza proveniente de familias desestructuradas, hooligans descendientes de padres alcohólicos y madres heroinómanas. Ciudadanos británicos medios en definitiva.

Y cuando ya están todos con el puño en alto y notas que la campana está a punto de sonar alguien pronuncia la palabra ‘Sheffield’, el tiempo se para, y el otro espeta “Yo from Sheffield, punks?”.
“Fuck yeah” dice el de más allá, el más tatuado, y en cuatro segundos se ha pasado de un amago de tangana épica a un sodomítico despliegue de abrazos y ‘handshakes’.
Y mientras están ya los cuatro más borrachísimos insistiendo en pagar ellos mismos una ronda para todo Dios, a algún tarado se le enciendo la lucecita y pregunta “Wednesday or United?”

Y se hace el silencio, los relojes se detienen, y negros cumulonimbos evolucionan a velocidad inverosímil sobre el bareto…

viernes, 11 de mayo de 2012

El americano es muy sensible


El otro día hablábamos de algunas artimañas de neuromarketing urdidas por Zara y otros para engañar al pútrido poso social que representamos con indignidad.
Hoy les daré un detallito interesante sobre otra vertiente del marketing: la de ofrecer un producto adaptado a las necesidades de cada cultura.
Por ejemplo los frenos. Todos estaríamos inclinados a pensar que en un freno todos buscamos que frene bien. Otras consideraciones cómo la durabilidad y tal también aplicarían, pero en general interesa que frene a machete.

Pues mientras esto es prioritario en Europa y los mercados asiáticos, en EEUU no lo es. En EEUU es al parecer más importante que no ensucie las llantas.
Y no es baladí el tema: fíjense que los americanos no-escoriosos llevan siempre los coches cómo una patena (cómo los alemanes y gentes civilizadas) y por consiguiente las llantas impecables. El americano es muy sensible a la suciedad de las llantas todas.
Cómo además el fluir del tráfico es sensiblemente más lento y la conducción diametralmente menos agresiva y errática, con que frene ‘bastante’ ya tiran. Lo que no toleran con facilidad es tener las llantas delanteras todas negras tres días tras limpiarlas.

Bien saben ustedes que hay una relación directa entre composición química de la pastilla, porosidad, y rendimiento en la frenada. Cuanto más poroso (y eficaz), más polvo –resultante de la brutal fricción- se desprende. Pues los americanos, con vistoso criterio, sacrifican lo uno en función de lo otro. Nos parecerá relativamente chocante ( a mí no mucho), pero lo que realmente me asombra es que las empresas que fabrican pastillas de freno haya alcanzado a capturar esta realidad tan tenue de manera tan eficaz.
Porqué a veces la diferencia entre hacerse millonario o no reside en saber ver esas cosas obvias que nadie sabe ver.

La verdadera historia de la rivalidad Barça-Madrid

Seré conciso. H ay cientos de libros que cuentan esto en 400 páginas. Yo lo he hecho en dos, o sea que las gracias me tendríais que dar, ing...