Creo que todos
nos vamos lentamente haciendo a la idea de la marcha de Pep Guardiola. Huelga
decir -pero me apetece hacerlo- que su tasca desproporcionadamente beneficiosa,
pinacular y ejemplarizante jamás será olvidada. Jamás.
Ha sido, y no me
avergüenza decirlo, unos de los hombres más importantes de mi vida. Hizo mi existencia
mucho mejor durante 4 años y eso es algo que siempre le agradeceré. Posiblemente
nunca volvamos a ver tal densidad de títulos que, en añadidura, se han
conquistado a través de la estética y el señorío. Fui en extremo reticente a su
contratación y arrodillado proclamo que erré con una flagrancia pocas veces
antes vista.
No entraremos en
una oda que ya se hará en los medios camisados. Hoy quisiera contarles algo que
ya saben y algo que quizá no. Lo primero es obvio pero quizá no se han fijado.
Se va porqué está
petado. Como comentábamos anoche en twitter con Jaume Torres y Alfons, han sido 4 años a
7,000 RPMs, dónde cada partido ha tenido que ser una final. No por ser
Guardiola un tío exigentísimo sino porqué una vez enfrentados a las fuerzas del
puto mal como nos hemos estado enfrentando, o lo das TODO en cada puto partido o
eres carnaza.
No ya sólo por el
poder fáctico y financiero de la béstia, sinó que cabe añadir las campañitas
del Villarato y todos los carros y carretas que tuvo que aguantar des de
Madrid. Y luego, con Rosell, la rancia y casposa rama reaccionaria del Grupo
Godó que empezó a echar puyas, lo de ‘al suelo que vienen los nuestros’. Desde que llegó el mongolo de Rosell, además, actuó como Presidente in pectore y cómo único portavoz creíble del club. Ahí es nada.
A todo eso, el
maligno iba gastándose millonada tras millonada, mediatizando a los árbitros y
pegando patadas. Cada partido era una final, 60 partidos al año, con
complejidades procesales incluidas como el despido de Eto’o y la inexitosa
búsqueda de un 9 que le pudiera suplir entregando similares cantidades de gol.
Esto, al cabo de 4 años, es difícil de soportar. Por todo eso se va Pep.
Paralelamente, y
cómo catalizador primario de la decisión, hay el tema de la salud de Tito
Vilanova. Está mal y seguramente no pueda seguir viajando y trabajando. Para
Guardiola el rol de Tito es vital y no entiende el desempeño de sus tascas sin
él. Los jugadores lo ven igual.
Y como factor
adicional que le rompe los cojones, hay algunos temitas nocturnos. Guardiola no tiene ganas de enfrentarse a problemas extradeportivos. ¿Es
responsabilidad de un entrenador hacer ver a un futbolista que estar
metido en timbas de póker de altos vuelos no es la mejor situación para
desarrollar su profesión y que puede acabar afectando a su salud?
Sostengo que algo
gravísimo ocurrió en las horas previas al FCB-rm; no sé si lo de la filtración,
una enganchada con Piqué o si anunció su marcha, pero algo ocurrió. Desde ese
día a los jugadores les cambió la cara.
Celebro su
marcha. Porqué de haber sido él, yo hubiera petado bastante antes; porqué se va
por la puerta grande habiendo hecho todo lo que ha podido y dando una buena imagen
hasta el último suspiro; porqué con una salida a tiempo (soy un gran defensor
de saltar de la ola antes del descenso) se evitan malas temporadas y,
sobretodo, divisiones irreparables como la resultante de los dos añitos tontos
de Cruyff en los 90. De haberse ido tras Atenas o al año siguiente, pudiera
haber sido un activo de consenso para el club. Con el enturbiamiento de los
años 94 a 96, quedó poco más que inhabilitado para volver amén de que él mismo
quedó muy resentido con el club o parte del club y entorno.
No podría
soportar ver pañoladas en el Estadi o que la gente se pusiera en su contra,
elementos todos a los que estamos condenados si se queda. Alves, Adriano, Puyol, Abidal
y Xavi están agotando su ciclo de vida como futbolistas de élite, Piqué tiene
problemas extradeportivos, Pedrito deportivos, Messi motivacionales, y cómo no
corra el aire nos vamos a meter en un bucle peligrosísimo.
Aceptémoslo, the time is right.
Guardiola se va
ahora y más allá de las repugnantes mafias catalanas, es y será un candidato de
consenso que está ahí y que, cuando le necesitemos, acudirá. Él es más valiente
que otros y sí antepondrá el club a su comodidad personal algún día de nuevo.
Por todo ello no
me queda más que decir ‘hasta pronto, Pep’. Esto no es un adiós, es un ‘hasta
luego’. Sé feliz y descansa hasta que regreses, que cuando lo hagas habrá mucha
tela que cortar.
Et trobarem a
faltar.