“No
generalicemos!”
Estoy HARTO de
que en tertulias de sobremesa o discusiones al bulto, salga alguien y me afee
una poderosa afirmación con esta absurda embestida.
Voy, hoy, a
presentar de una vez por todas un pliego de descargos demoledor y espero que
definitivo a favor de la generalización.
Muerdo una pera;
es dulce.
Muerdo una
manzana; es dulce.
Muerdo un
plátano; es dulce.
Aunque en Sri
Lanka o Tel Aviv haya alguna fruta que NO sea dulce, me veo con la autoridad
moral suficiente para proclamar que la fruta ES dulce.
Decía José María
García que “Toda generalización acarrea injusticia”.
Cierto.
La pregunta es:
¿Seria afirmar exactamente lo contrario de lo afirmado más o menos injusto?
Yo digo que los
gitanos son escoria.
Otro dirá que no.
Preguntémonos: ¿Es
cierto que los gitanos son maravillosos? Obviamente, nada más alejado de la
realidad.
Por lo tanto,
aunque uno, dos, o quizá seis gitanos puedan ser maravillosos, mi enunciado es
generalmente válido.
La generalización
logra tres objetivos muy deseables:
1-Obliga al
enunciante a encontrar mínimos comunes denominadores entre los sujetos pasivos
que se dispone a someter a generalización; por ejemplo: “Las italianas tienen
grandes cocos”. Este enunciado proviene de pormenorizada evaluación de un
colectivo y viene avalada por reiterado y sucinto análisis. La generalización
nos empuja a entender el entorno y modelarlo de manera empíricamente
comprobable.
2-Es un fiable
indicador de la altura intelectual del generalizador, “Por sus generalizaciones
les conoceréis”, que decía Parménides. Un tío inteligente traza
generalizaciones brillantes (“No te fíes nunca de un tío con barba”, o el ya
legendario Meridiano de Fórceps) mientras que un patán o las erra (“Son todas
unas putas”) o repite generalizaciones de otro (“El fútbol es así”).
3-Es un fiable
indicador de la altura intelectual de quien AUSCULTA la generalización. Dónde
un imbécil recurrirá al “No generalicemos!”, un tío inteligente sabrá escuchar,
ver qué información nos está aportando la generalización, la retendrá y la
usará para interpretar mejor la realidad.
“Los coches
japoneses chupan poco”. Algunos chupan mucho, como los SUV de Lexus, pero
cuando vayamos a comprar coche, sabremos recordar que, en general, los coches
japoneses chupan poco.
4-Reduce la
extensión de las discusiones a la mínima expresión y las hace más
constructivas. Es un ‘eficienciador’ de tertulias.
Digamos que
estamos en la mesa discutiendo sobre los portugueses. Dice mi amigo:
Felipao Favelhao:
Ladrón. Egoïsta. Vil. Cruel.
Xose Mourinho: El
anticristo. Micropénico. Acomplejado, Mentiroso. Nefasto.
Joao Pereira:
Buen padre. Timidote. Trabajador. Ordenado. Muy honesto.
Sonia Pelaes:
Zorrón. Una culebra. Ni con un palo.
Gil Ferreira: Narcotráficante
y pederasta. Gran contador de chistes. Muy adúltero.
Paula Coelha:
Analfabeta y bigotuda. Vendería a sus hijos por un poco de cariño. Alimaña.
…
..
.
Podríamos estar
alrededor de 8 meses repasado a todos los portugueses, uno por uno, para evitar
la generalización, o podría salir yo y decir: “Los portugueses son lo peor”.
¿Qué esta
generalización es injusta para con Joao Pereira? CIERTO.
¿Qué la excepción
Pereira no hace mi enunciado menos preciso? TAMBIÉN CIERTO.
¿Qué hemos
alcanzado similares conclusiones (que los portugueses son lo peor) en una
fracción infinitesimal de tiempo? PROBADO.
Así pues,
imbéciles eco-socialistas (porqué suelen ser los verdes, los híper socialistas
o las locazas feministas quienes suelen ondear la bandera contra la
generalización) DEJÁDME EN PAZ.
La generalización
no sólo nos invita a extrapolar e inferir a partir de una suma de observaciones
sino que también nos legitima a pontificar alegatos virtualmente ciertos con un
ahorro de tiempo y chapa absolutamente sustanciales.