Sin entrar en disquisiciones nominativas, estimo que el uso del vocablo ‘rescate’
depende de cuan jodido esté el rescatado. Si no lo está mucho se trata de una ‘ayudita’,
si lo está más de un ‘programa de apoyo’, y si está muy mal hablaremos de
rescate. Lo del Sábado fue un rescate.
Similarmente,
no entiendo la interpretación negativa del vocablo. Normalmente cuando ‘cuatro
jóvenes fueron rescatados con vida en las laderas del Montblanc’ la gente lo
interpreta cómo algo bueno. Por consiguiente, entiendo que los rescates son
buenos y el del Sábado no fue una excepción.
Los
rescates como este acarrean una serie de condiciones, para nada tibias, cuya
ejecución se monitoriza en detalle, y cuya violación se castiga con severidad.
Quien diga que el rescate es incondicional miente; hay condiciones, y sólo
queda ver si son incrementales o bien de aumentada inflexibilidad alrededor de
medidas ya tomadas.
La
lectura no puede ser más positiva para la gente de bien: cualquier control o
pliego incremental de medidas provenientes de las Europas debe ser bienvenido
dada la patente incompetencia de las autoridades hispanas. Tan chungo hatajo de
soplapollas y chorizos son los políticos españoles que incluso de Nigeria
tomaría órdenes si me dejaran elegir. Por lo tanto, valoro con algarabía que un
grupito de no incapaces nos diga qué hacer.
Así
pues, lo único que me preocupa es ver si pringamos los de siempre, los putos
polacos, o existe algo de decencia y se palma por igual aquí y en Boadilla del
Monte. Habrá que ver si Madrid retira inmediatamente su candidatura a los JJOO
y se empieza a hacer un uso cabal del gasto público o si por lo contrario nos siguen
dando por culo pero esta vez a un ritmo más obsceno –si cabe.
Llegados
a ese momento –que creo que llegará- espero que tengamos la decencia de apelar
a no-sé-quien.