La vida nos
enseña pequeñas cosas, de intrincadas maneras, y casi siempre a destiempo.
Desde hace unos
días he descubierto que conducir sin radio o música me pone cardíaco,
agresivísimo, desquiciado y realmente peligroso. Del plan de que si tuviera un
arma la usaría 3 o 4 veces por trayecto de media hora.
En efecto se me
estropeó la santa radio del coche, lo que me daría más o menos igual, pero
además no deja fluir la música de mi reproductor mp3 por AUX. O sea, que estoy
en completo silencio, como en misa. Sostengo que es un fallo de software (por cierto,
un tema recurrente con los ordenatas de los neonazis de Bayerische Motoren Werke)
pero no descarto nada. Excepto que lo meta en el taller y me calcen €800.
Pues decía que
está el coche en silencio sepulcral. Si acaso el suave zumbido del aire
acondicionado, el trac-trac de las irregularidades del asfalto, y el run-run de
todo motor Diesel.
Es salir de casa
y en cosa de 40 segundos ya estoy que me meto el freno de mano por el culo
mientras saco amenazadoramente el puño (ya que no voy armado) por la ventana.
Si es que incluso noto que agarro el volante con ambas manos y con inusitada
fiereza. Trazo más agresivo, voy haciendo eslalon (no confundir con cederrón)
entre el mar de capullos que coordinadamente se esmeran en impedir mi fluido tránsito,
y voy pegando acelerones y frenazos que ni Gerhard Asperger.
Temo incluso
quedarme sin batería de la cantidad de veces que llego a usar las largas, la
bocina y subo y bajo la ventanilla para mandar a tomar por culo de viva voz y
con generosos aspavientos a la escoria dinamitera. Indepes algunos también, por
qué negarlo. Lo paso mal. Y lo noto, ¿eh? Que llego a los sitios altito de
vueltas…
Hoy he optado por
ponerme la radio (suelo escuchar emepetreses de metal por la mañana) por el
móvil, la típica app de RAC1 (‘Tots som hu!’), y me han salido varios sesudos
analistas dando vueltas y vueltas y vueltas y vueltas a la legitimidad de la
consulta sobre la independencia de Senegal. Mi corazón se debatía entre
explosionar o implosionar, pero lo martilleante de los argumentos de todos los
contertulios ha terminado sumiéndome en el más fosa-de-las-mariánico sopor,
desinterés, apatía, desazón y, ulteriormente, relajamiento.
Así pues he
dejado de enfrentarme al mundo, hundido en el debate de que si lo que es legal
es legítimo o al revés, y manso como un gato de angora capado y atropellado por
seis tráileres, he aparcado en la oficina, y he salido del coche arrastrando
los pies.
7 comentarios:
jajaja Gerhard Asperger que bueno...
podcast de músic mon amour
Con Jean Alexis, el duo sacapuntas de la F1 de finales de siglo.
Sense oblidar nigel maxwell
Rummi
I Demon Hill
De viatje m'encanta escoltar emisores locals i localistes amb gent parlant de com pinta la verema, sobre la darrera cagada de l'Ajuntament o dels cabrons de la Diputació que no ajuden el que caldria en la canalització de la riera dels collons. T'adones de que tal, i que no cal tal i tal.
Jaume Poblenou, canadenc.
Adrian "el cholo" sutil
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