Si algo soy es
observador. No me fijaré en lo relevante, no siempre tendrá sentido para los
demás aquello en lo que me fijo, pero soy un ávido observador de lo implausible.
Miro, hago un
esfuerzo tan abnegado como absurdo para detectar patrones, los valido, y
normalmente me lo apunto y voy haciendo seguimiento de cosas. Todas ellas de
nulo interés.
Hasta que, por
ejemplo, comento ayer en twitter la estrechísima correlación que he detectado
entre humedad relativa (o absoluta) y mal humor generalizado y la gente me
inunda a preguntas –hasta tal punto que tuve que interrumpir mis vacaciones.
Tengo validada
una variable maestra que se repite con temporalidad: es lo que llamo el
Malalechograma de Fórceps, y que traza la siguiente función:
Si alguien discrepa, erra.
Distorsionándola
abruptamente hallamos una variable infernal, que es la humedad. Nadie repara en
ella, en el tiempo de la tele ni se menta, y es capital. Sobre todo en
primavera y otoño. En el monte orbita entre el 20 y el 60%, y en la costa entre
el 50% y el 90% (en ausencia de lluvia). Luego establezco que es más dañino en
la costa, si bien afecta también el continente. Similarmente he trazado zonas
de control:
Por debajo de 60%
verde
61-65% amarillo
66-70% ambar
Más de 70% rojo.
Desde las
tormentas de finales de Agosto pasado raramente hemos bajado del 70% en la zona urbana
de BCN.
A lo largo del
día suele trazar una Gaussiana convencional donde empieza a empinarse
suavemente sobre las 3pm, se radicaliza el pendiente hacia el anochecer,
alcanza máximos sobre las 4am, y desde ahí empieza a bajar hasta las 3pm en que
empezará un nuevo repunte.
Ignoro porqué
afecta tanto pero lo tengo híper-validado como fenómeno. Yo creo que hay una
vertiente Maslowiana al problema, sobre la que he conjeturado abundantemente.
Uno de los
elementos que contribuyen a la mala folla según mis tesis es la humedad
omnipresente que nos impacta de forma directa en pequeñas cosas. En mi caso,
salir de la ducha y que al secarme la toalla esté húmeda es un tema que me
irrita. Las toallas apenas se secan marginalmente de un día para otro y ahora
en entre-tiempo no se pueden dejar sobre un radiador. O sí pero está apagado.
El hecho es que la
toalla está húmeda y esto resulta desagradable. Luego saco la ropa del armario
y huele a húmedo aunque la doblara (alguien, obviamente) la noche anterior.
Huele a piso de solteros a pesar de estar nueva.
En definitiva:
hace 8 minutos que he salido de la ducha y me noto sucio. Esto creo yo que
impacta mucho el estado de ánimo (recordemos que normalmente no nos duchamos
por estar sucios ni por no apestar sino porqué psicológicamente nos incomoda no
ducharnos, sin que exista un motivo objetivamente claro para ello). Luego los
cristales del coche empañados, el volante enganchoso, y esa sensación de manos
y frente aceitosas tan frecuente en Barcelona capital.
Estas pequeñas
cosas afectan en menor o mayor medida a cada uno, claro está, pero en el
agregado de millones de tíos, una pequeña divergencia sobre las expectativas
básicas de higiene crea cierta desazón, impaciencia, y ulterior malafollismo.
Si alguien ha
detectado variables adicionales al fenómeno que nos lo haga saber. Gracias.