Enfocaré esto ignorando el hecho
genético, visceral, ancestral, e innegable de que España detesta a Cataluña.
Y me meteré en el marco mental de un
Español razonable -que no medio.
Desde esa perspectiva, les entiendo.
Entiendo que todo el ‘problema catalán’ simplemente no les entra en la cabeza,
es como esos juguetes para niños con un hueco en forma de cuadrado y el niño
que no puede meter la estrella. No quiere decir eso que los españoles estén
intentando meterla, al menos mayoritariamente, pero aquellos que lo intentan no
pueden porqué cae fuera de su marco mental.
Podría uno aducir que su marco mental es
muy limitado y acertaría. Que es un país en extremo inculto, castizo, y por-mis-cojónico, y acertaría. Que la
fuerza siempre se usó más que la maña, que se usó más el bofetón que la
explicación, y que esto se hace así porqué lo digo yo. Todo eso no sólo es
cierto sino que está imbuido en el genoma español.
Pero no exclusivamente desde esa óptica
se entiende su reacción al Procés. Mucha gente civilizada, incluso fuera de España,
entienden que una comunidad se rige por la Ley, que la gente no pude ni debe
imponerse por la fuerza, y el fenómeno indepe se les antoja inadmisible.
Y, que
quieren que les diga, sé entender eso. A ver si
mañana se levantan los runners y quieren por la fuerza hacer de la
Diagonal una pista de running, o se juntan los barbudos, muchos, y deciden que
el Maresme será Barbania y que harán las cosas así o asá. Pues me tocaría los
cojones, no sabría entenderlo, y me cagaría en sus barbas o Asics.
Hasta aquí nada se pude reprochar a
España cómo concepto, cómo voluntad común, y cómo comunidad que responde ante
una amenaza.
Lo que es inadmisible es cómo se responde a la amenaza.
Sentarse a hablar es una humillación; believe it or not, lo ven así.
Dicen que se puede hablar de todo sin violencia, pero cuando se quiere hablar sin violencia se inventan la violencia para no hablar.
¿Se puede ser más subnormal? No veo cómo.
Yo, ante el desafío de los barbudos, ante todo, me sentaría a hablar. Si además ponen 2 millones de votos en una urna me sentaría a hablar en el Hilton, con pastas y bebidas. Y si en un momento de estupidez mandé a la policía a pegarles el día en que fueron a votar, se me caería la cara de vergüenza y les pagaría cena y cama.
Seguramente no les dejaría constituir Barbania, pero sí les escucharía y de buena lid y con buen talante seguro que terminaríamos hallando un encaje que maximizara los bienestares tanto de barbudos cómo de equilibrados.
Comportarse, desde una posición de fuerza -cuando se tiene que demostrar responsabilidad de Estado- cómo un puto jabalí herido y encabronado, pensar que sentarse a hablar es una rendición, es de hijos de puta
Lo que es inadmisible es cómo se responde a la amenaza.
Sentarse a hablar es una humillación; believe it or not, lo ven así.
Dicen que se puede hablar de todo sin violencia, pero cuando se quiere hablar sin violencia se inventan la violencia para no hablar.
¿Se puede ser más subnormal? No veo cómo.
Yo, ante el desafío de los barbudos, ante todo, me sentaría a hablar. Si además ponen 2 millones de votos en una urna me sentaría a hablar en el Hilton, con pastas y bebidas. Y si en un momento de estupidez mandé a la policía a pegarles el día en que fueron a votar, se me caería la cara de vergüenza y les pagaría cena y cama.
Seguramente no les dejaría constituir Barbania, pero sí les escucharía y de buena lid y con buen talante seguro que terminaríamos hallando un encaje que maximizara los bienestares tanto de barbudos cómo de equilibrados.
Comportarse, desde una posición de fuerza -cuando se tiene que demostrar responsabilidad de Estado- cómo un puto jabalí herido y encabronado, pensar que sentarse a hablar es una rendición, es de hijos de puta
Cuesta imaginar un país más retrasado y
execrable.
1 comentario:
Era previsible. Y asin con todas sus colonias.
Como independentista, esta gente nos ha hecho el trabajo.
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