A ver, padres, ¿qué os preocupa?

Había ayer un evento de primeros auxilios para niños en la guardería de mi titi. A pesar de ser un tema que me preocupa a mares, cómo tengo muy mala memoria y nada de lo que se me explique de viva voz se adhiere (sabedor de lo cual ni me molesto en escuchar), decidí no ir (*). 

A pesar de ello, mi Santa insistió y fui.

Tenía en mente que la mujer explicara cómo reanimarles si se ahogan, cómo solucionar un atragantamiento, qué hacer si se rompen una pierna, o cositas de estas con un muñeco de plástico en el suelo y las mamitas haciendo un hands-on ilustrativo.

Y quizá era ese el plan. El hecho es que la instructora, supongo que siguiendo un protocolo de RRPP que le funciona, empezó con un “A ver, padres, ¿qué os preocupa?”

Buenoooooooooo, ‘la cagamos Luís’. Y de ahí no salimos. Cómo a la gente le gusta el foco empezaron con inquietudes más o menos razonables, fueron virando hacia las inverosímiles, y terminaron con anécdotas de un hijo del amigo de un amigo que fue atacado por un tiburón leonado. Un puto drama.

Además, y no haber sabido prever eso fue mi culpa, empezaron con cerdadas que me aflojaron los tornillos de las piernas. ‘Traqueotomías con un boli BIC’ (hay que joderse), qué hacer si se les mete un cristal en el ojo, o si se muerden la lengua, o si se dan con un canto en los dientes y estos se les meten en las encías,… en definitiva, una orgía de animaladas que me dejaron más blanco que el papel de fumar, con la mirada perdida y mi mujer descojonada de mi jeto. Salí en camilla de la sala y antes de tiempo, pues me notaba a punto de potar. No regresé.

Como siempre, los únicos dos que no abrimos la boca fuimos nosotros dos. Supongo que debemos ser sociópatas. Yo, personalmente, reconozco que me da pereza conocer a gente nueva, y más a estos padres tan locuaces, animosos, tendientes a la carcajada y ansiosos de interacción, foco, y externalización de todo aquello que ocurre con sus hijitos. Parece que la gente necesite agradar y hablar.

Y mientras estaba ahí sentado intentando no escuchar esas guarradas, sabedor cómo soy de que los padres se van conociendo y no raramente terminan entablando amistad con otros padres y haciendo cosas los fines de semana, me preguntaba a mi mismo sobre la viabilidad de este desenlace. Y me respondía que si ya con mis amistades de toda la vida las mujeres tienen un 80% fácil de temática infantil, cuan alto puede llegar a ser ese % con parejas que conociste en el cole. Una cuota del 100% hablando de virus, bacterias, quitamanchas, toallitas, colegios, monadas y hábitos alimenticios.

Y claro, no me veo pasando por ahí.

Cuando otros padres del cole queden para cenar hablarán de esa pareja de raritos, “ella es de fuera seguro, posiblemente no hablen nunca porqué no entienden muy bien el español” quizá digan, mientras la otra pareja asienta al unísono y ella diga “sí, a mi el tío ese me pareció muy raro ya desde el primer día”.

Y, al menos, durante esos cuatro minutos en que se comente que “ella debe ser puta de lujo” y “él tiene pinta de cocainómano” no hablarán de potitos ni de cacas amarillentas.

Con esto daré por buena mi contribución al gran desórden de las cosas.

(*) El pragmatismo ES ESO. Que no os embauquen.