Los
cocainómanos, que me consta que son legión en este blog, conocen bien el tema.
Pero me
refería a otra cosa: al aliviante, balsámico y rejuvenecedor efecto sobre la
psique humana del primer gran rayote en la pantalla del móvil.
Porqué
cuando comparamos móviles miramos los núcleos, que si Exynos o Snapdragon, que
si RAMs y megapíseles, cederrón o no, pero lo que realmente te da un bienestar
acojonante es meterle finalmente la gran
rayada que hace que te olvides de una puta vez de tratarlo como si fuera de
azúcar.
La
grandiosa y liberadora puta rayada de
cojones, ese instante iniciático dónde el móvil pasa de niña a mujer y
nuestra relación madura: pasa de ser un interminable reguero de agasajos, de
caricias, de protectores de pantalla y fundas coloristas a una descarnada
relación sexual dónde no hay espacio para las velas y el Möet: el móvil es así
utilizado como un objeto por el dueño, lo que no es sino la forma más sincera y
carnal de amor.
Lo
llevas a la playa, lo tiras desde 2 metros a la toalla, lo dropas
despreciativamente en las mesas de los bares, lo mueles a palos, y, finalmente,
entiendes que el amor verdadero nace de la aceptación de los déficits de los
demás. Toleras que la pantalla SuperAMOLED HD 1080 quede diluida bajo una macro-roncha
de cerumen, sebo, y mierda genérica, y ni te preocupan las bolas de mocos que
tu hijo de 2 años estampa sobre el cristal mientras juega con esos programas de
hostiar gatos y tal. Un móvil de última generación tratado como puta por
rastrojo; placer.
Cuando
superas el trauma inicial, no puedes sino quererlo más que antes.
Y ese
trauma inicial no es una experiencia fácil de digerir. Un atronador redoble de
tambores marca los prolegómenos de una retahíla de blasfemias extraordinaria
tras establecer por primera vez contacto visual con la grotesca rayada. No
queda figura del santoral exenta de recibir fecales afrentas, y si el rayador
ha sido un tercero, no cabe descartar la agresión física. Es casi como si te
dijeran que has perdido un ojo, un evento dramatiquísimo.
Pero
tras el shock inicial, lentamente (los humanos como los perros nos terminamos
acostumbrando a todo), empezamos a ser capaces de perdonar la traición. Cada
cual lo madura a su manera; yo personalmente suelo interpretar las rayadas como
una venganza del teléfono hacia mí por haber hecho algo malo.
Pero
termino perdonando. Y él a mí.
Y es
entonces cuando la fase más fructífera de nuestra relación empieza: los vuelos
rasos, los aterrizajes sonoros, el pasarlo a la gente vía aérea, y el
desprenderse del corsé de la sobre-protección: que se joda. Además, con la
excusa del rayote, podemos empezar a conspirar en pos del próximo terminal, que
es en definitiva lo que más nos gusta y lo que abruptamente terminó el día que
estúpidamente adquirimos el último terminal.
Liberados
y con la mirada puesta en el futuro, convivimos con la raya felices como
Sinatra, sonrientes como Maradona.
Hagámoslo,
rayémoslos tan sólo sacarlos de la caja, liberémonos para siempre de la
esclavitud a la que nos someten.
6 comentarios:
Impressionant ploma. Portes dies molt inspirat.
Crec que tens ganes d'adornar-te i que el tema t'és igual. Tan sols és la necessitat d'ajuntar frases on puguis donar riendasueltismo a l'immens talent que atresores.
PD: Jo no els ratllo perquè uso protector de pantalla.
Rai
yo estoy muy a favor
Dios me libre de querer hacer publicidad, y mucho menos de un puto teléfono.
Empezando por eso, y muy a tener en cuenta, dispongo de un teléfono indestructible: JCB (sí, los de las grúas) Sitemaster 2. ( www.jcbphone.co.uk/handsets/jcb-toughphone-sitemaster2 )
Sumergible, resiste una caida de 10 metros, protección IP 67 (polvo y arena), resistente a una presión de 1 puta Tonelada.
No se ralla. Después de 2 años aún no se le ha caido el plastiquito protector de la pantalla. Ha sobrevivido a un viage por TIERRA hasta Mongolia a temperaturas de 50º C y a otro a través de Siberia por tierra también a temperaturas de -40º C.
La batería sigue durando una semana sin recargar.
Tiene linterna y reproduce mp3. Suena mejor cuando está debajo del agua.
No es smartphone (sucio vicio burgués). No manda correos. Ni lo necesitas en mitad de una mina en el Congo.
Tiene una cámara de fotos sólo útil si lo que quieres fotografiar es un pixel de 20 cm.
Sirve de martillo para clavar un clavo. True tested.
Hom només necessita un smartphone si no s'és smart.
Firmante por Dios.
P.D.: Al no tener smartphone, ergo no tener whatsapp, me convierto en el amigo caro, al requerir de llamadas o sms.
Fantástica metáfora. No sé de muy bien de qué, pero brillante, sí.
Dios, me ha gustado mucho lo del amigo caro.
Ese es es camino, carajo.
Grande, grande, grande!!!
(em refereixo a com deu ser la rallada, evidentment, doncs t'ha inspirat d'allò més bé)
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