viernes, 10 de junio de 2016

La frivolidad del acompañante



Existe ese momento extraño, hace años que me doy cuenta pero nunca se me ocurrió escribirlo, cuando hay algún familiar bien jodido en el hospital, habitación 113, abres la puerta y hay ahí 5 familiares o amigos del enfermo hablando animadísimamente de que si Messi esto, Colau lo otro, la maldita zona azul en Diagonal o cualquier pollada. Incluso con risas y tal.

Y tú, que acabes de entrar, que llevas media hora en el coche dando vueltas al tema médico y rozando a momentos el tema religioso y testeando tu fe, no puedes sino pensar que el tema está excesivamente frívolo como para que estén ahí echando esas voces y hablando de burradas.

Das un beso al enfermo, y alguno de los acompañantes te hace un gesto con la cara en términos de cuál es el pronóstico. Si el enfermo está realmente jodido, la gente empieza a contar qué han dicho los médicos y cómo luce el pelo como si el enfermo no estuviera delante, situación que te incomoda.

Y te sientas, xiuxiueja el de al lado “¿Vienes del trabajo?”, dices que sí, pones gesto grave y en momentos lloroso. Y preguntas detalles del dictamen médico, uno que explica un caso parecido, agarras la prensa pero desinteresado la vuelves a dejar al lado del croissant medio mordido del enfermo, y van pasando las horas mientras el sol se pone sobre el aeropuerto.

Alguien saca un tema razonablemente interesante, te metes en la conversación, se establece que “la culpa de lo de Neymar es del cabrón de Rosell”, se abre la puerta, llega otro, y en su interior se escandaliza con la frivolidad con la que estamos tratado la situación.

Y así se repite el bucle, pasa la vida, pasa la gente.

Descansa en paz, abuela.

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Seré conciso. H ay cientos de libros que cuentan esto en 400 páginas. Yo lo he hecho en dos, o sea que las gracias me tendríais que dar, ing...