martes, 12 de febrero de 2019

Me cago en sus barbas


Enfocaré esto ignorando el hecho genético, visceral, ancestral, e innegable de que España detesta a Cataluña.

Y me meteré en el marco mental de un Español razonable -que no medio.

Desde esa perspectiva, les entiendo. Entiendo que todo el ‘problema catalán’ simplemente no les entra en la cabeza, es como esos juguetes para niños con un hueco en forma de cuadrado y el niño que no puede meter la estrella. No quiere decir eso que los españoles estén intentando meterla, al menos mayoritariamente, pero aquellos que lo intentan no pueden porqué cae fuera de su marco mental.

Podría uno aducir que su marco mental es muy limitado y acertaría. Que es un país en extremo inculto, castizo, y por-mis-cojónico, y acertaría. Que la fuerza siempre se usó más que la maña, que se usó más el bofetón que la explicación, y que esto se hace así porqué lo digo yo. Todo eso no sólo es cierto sino que está imbuido en el genoma español.

Pero no exclusivamente desde esa óptica se entiende su reacción al Procés. Mucha gente civilizada, incluso fuera de España, entienden que una comunidad se rige por la Ley, que la gente no pude ni debe imponerse por la fuerza, y el fenómeno indepe se les antoja inadmisible. 

Y, que quieren que les diga, sé entender eso. A ver si  mañana se levantan los runners y quieren por la fuerza hacer de la Diagonal una pista de running, o se juntan los barbudos, muchos, y deciden que el Maresme será Barbania y que harán las cosas así o asá. Pues me tocaría los cojones, no sabría entenderlo, y me cagaría en sus barbas o Asics.

Hasta aquí nada se pude reprochar a España cómo concepto, cómo voluntad común, y cómo comunidad que responde ante una amenaza.

Lo que es inadmisible es cómo se responde a la amenaza.
Sentarse a hablar es una humillación; believe it or not, lo ven así.
Dicen que se puede hablar de todo sin violencia, pero cuando se quiere hablar sin violencia se inventan la violencia para no hablar.
¿Se puede ser más subnormal? No veo cómo.

Yo, ante el desafío de los barbudos, ante todo, me sentaría a hablar. Si además ponen 2 millones de votos en una urna me sentaría a hablar en el Hilton, con pastas y bebidas. Y si en un momento de estupidez mandé a la policía a pegarles el día en que fueron a votar, se me caería la cara de vergüenza y les pagaría cena y cama.

Seguramente no les dejaría constituir Barbania, pero sí les escucharía y de buena lid y con buen talante seguro que terminaríamos hallando un encaje que maximizara los bienestares tanto de barbudos cómo de equilibrados.

Comportarse, desde una posición de fuerza -cuando se tiene que demostrar responsabilidad de Estado- cómo un puto jabalí herido y encabronado, pensar que sentarse a hablar es una rendición, es de hijos de puta

Cuesta imaginar un país más retrasado y execrable.

La verdadera historia de la rivalidad Barça-Madrid

Seré conciso. H ay cientos de libros que cuentan esto en 400 páginas. Yo lo he hecho en dos, o sea que las gracias me tendríais que dar, ing...