Lo llevé bien. Durante las primeras dos o tres noches me levantaba cada 4 minutos a ver si el churumbo respiraba –y cuando no se movía le metía un toque para ver si tal- pero luego lo di por vivo y ya no miro tanto, quizá dos veces por noche.
La última es que el bebito es autista.
Sí, llevo tres días convencido (concretamente desde el otro día que mirando el PGA un comentarista se refirió a los problemas personales de Ernie Els que ya estaba lentamente superando, que conciernen el autismo de su hijo) de que el bebito es autista. Ya me dirás, coño. Pues eso.
Y desde entonces que no paro de tocar los huevos a la pobre criatura intentando que interaccione conmigo para demostrar que NO es autista. Desgraciadamente, interactúa poco o nada. Ignoro si es autista o no, pues desconozco si a las ocho semanas los bebitos se espera que reaccionen, jueguen con mierdas y tal. A veces parece mirarme pero si me muevo se queda mirando a La Vírgen, a veces parece que escuche pero no del todo, y si le doy algo a menudo ni lo ve ni le hace puñetero caso. El otro día durante el partido ni se inmutó con ninguno de los 3 goles –ni con el paradón de Valdés. No sé si mi impaciencia me hace ver fantasmas o si he detectado con gran tino los incipientes síntomas de tamaña anomalía.Si alguien sabe más o menos cuando se espera que interactúen incluso al nivel más primario que me lo haga saber, pues esto es un sinvivir –y el bicho debe andar hartito del viejo tocacojones.
Gracias.
