A propósito de Cristina

Cristina Ronaldo. Portugués. As such, hijo puta es. Seguro que hay algún portugués razonable pero no le he conocido aún.

Aun así, tiparraco con un porte impresionante. 1’86, fuerte y regio como un roble, va de muerte de cabeza, tirafaltas superlativo, hombre de arranque y quiebro endiablados, y con la friolera de un gol y pico por partido en el irreal mandril (0.58 durante toda su carrera). Putocrack.

Pues bien: siendo lo que es, y entrenando lo que entrena, el tipo no lidera ninguna métrica. Ninguna. Siempre segundo tras Messi en todo. Y eso cabrea. Y yo también estaría triste si me hubiera ocurrido lo mismo. Bastante triste. Presentas números estratosféricos y aun así nunca alcanzas los titulares (más allá del terruño, claro).

Segundón, segundón, si metes 60 goles el otro mete 61, si metes un hat-trick el otro mete cuatro. No hay, usando un lenguaje coloquial, puta manera.

Pero lo del otro día ya es el colmo: hacen la votación a mejor jugador del a UCL, no gana Messi, y gana Iniesta! “Oh por mis puta muelas, NO ME PODÉIS HACER ESTO!!!!!!!” murmuraba para sus adentros Cristina mientras aplaudía con desgana la coronación de Andresito de mi vida en el escenario de la gala. Si lo de ir perennemente a rueda de Messi sin duda tiene que resultar traumático, esta puntilla es ya para cortársela y comérsela.

Sinceramente, y desde una perspectiva humanitaria y cristiana, lo del tío ese da un poco de pena.

Pero ojo:

Cristina da ahora la culpa al club por no apoyarle (¿debe el club apoyarle en una absurda votación a player of the year?) y aduce que ‘no se siente querido’.

Lo último es cierto. Nadie le quiere. Obviamente todos sus rivales y aficiones rivales le detestan por motivos holgadamente justificados. En el vestuario no le pueden ver por vedette, ególatra, chuloputas e insolidario. Le reciben a gritos de ‘Meee-ssiiiiiiiii, Meeeee-ssiiiiiiii” por esos campos de Dios y sus absurdas declaraciones no hacen sino hundirle más y más en el foso de heces que él mismo cavó.

Se trata de un extraño e improbable caso de justicia poética: el del tío que lo tiene todo, absolutamente TODO, y aun así vive atormentado por su segundez. Ser segundo es bueno, MUY BUENO si lo eres por detrás de Messi. Un hito del que sentirse orgulloso y disfrutar. Lo razonable sería entregar elogio tras elogio a Messi (cómo hacen otros futbolistas top no-retrasados) e ir por el mundo con humildad y con una sonrisa, acumulando millones, Ferraris y modelos y disfrutando un poco, que son cuatro días.

Pero no; él ha decidido enfrentarse a lo inapelable y pelearse con el mundo. Lee bien mis labios:

Nunca serás mejor que Messi (aunque hagas mil goles más al año) y nunca nadie te querrá. Nunca. Porqué eres una mala persona.

Nadie te puede ayudar en eso.