Espero que los lectores más avispados ya sepan por donde voy, que si no los últimos dos posts habrán sido en vano. Pues muy fácil: si tenemos un monoplaza recta abajo, este corta el aire y una parte pasa por encima del coche y la otra por debajo. El aire es idénticamente denso por encima y por debajo del casco, luego las presiones se compensan. Es una pena pues lo que nos interesaría es crear una zona de bajas presiones por debajo del coche (imaginen un vacío absoluto) para que el peso del aire por encima del casco aplastara el coche contra el suelo.
Esto, inicialmente improbable, se consigue gracias al cojonudo efecto Venturi, por el cual –y como demostramos ayer- si comprimimos el aire por debajo del coche de manera obscena y le damos rápida escapatoria podemos crear una zona de bajísima presión. Y para conseguir eso debemos crear un cuello de botella de tres pares de cojones.
Y así lo hizo LOTUS a finales de los 70s.
Otros intentaron lo mismo con un ventilador que succionaba el aire de debajo para crear la depresión como los cachondos de Brabham:
Obsérvese además que a mayor velocidad del auto, mayor compresión del aire y subsiguiente bajada de presión, por lo cual cuando más rápido se iba más se agarraba el trasto. Estos sistemas se prohibieron en 1983 pues en cuanto el coche derrapaba o se ladeaba en exceso –creando una admisión aerodinámica insuficiente para mantener la succión- o pegaba un pequeño bote, el aire se metía en el vacío y enviaba los coches, literalmente, a tomar por culo. Así lo podría confirmar Villeneuve padre si no se hubiera matado tras despegar al tocar levemente la rueda de un competidor:O este joven que levantó el vuelo en Le Mans 99:
Miremos adelante.
La aplicación –legalidad- del efecto suelo en competición acarrea enormes ventajas, las más prominente de las cuales es la reducción en la dependencia de la aerodinámica clásica (alerones) para obtener grip. Su aplicación redundaría pues en alas más planas, mayor velocidad punta, y sobre todo, en la posibilidad de pegarse mucho más al coche que nos precede pues no dependeríamos tanto del aire que él corta para agarrarnos. Las desventajas, claro está, vienen en materia de seguridad, pero la verdad, creo yo que el público en general recibe con algarabía las leches, y como siempre digo, si es peligroso que cada cual apriete tanto como quiera a sabiendas del riesgo. Los esquiadores también se meten galletas y no les veo llevando una mochila de piedras, o sea que p’alante y que Darwin y Venturi repartan suerte.





