viernes, 11 de diciembre de 2015

CRÍTICA de CINE/DOCU: INTO ETERNITY

El documental cinematografiado parte de un lugar en Finlandia, ONKALO, que servirá de plataforma para plantear el auténtico reportaje.

Se trata del primer y único almacén de material radiactivo de larguísima duración del mundo; es un enorme universo subterráneo, y su exclusiva finalidad es/será la de ser un gigantesco vertedero de plutonio y uranio.
El tema en sí no tiene el mayor interés, que si nuclear, residuos, qué pasará con nuestros nietos, la basura de siempre.

Pero no; el documental pega un giro de 90 grados y plantea a un variado elenco de ingenieros: ‘Muy bien: esto va a ser sellado para siempre pues contiene un peligro monstruoso. Ahora bien, ¿cómo nos aseguramos que a lo largo de la eternidad que acecha, NADIE vaya a meterle mano?’

Y ese es el auténtico quid del documental, desafío ante el cual, el panel de políticos e ingenieros no hallan respuestas.
Hablamos de un futuro no a 50 años pero a 50,000. Un futuro en el que con toda probabilidad la humanidad ya no existirá, y si ha perdurado, puede ser en mil formas distintas. En cada una de esas infinitas formas, pueden hallar ONKALO en momentos tecnológicos muy diferentes, siendo por ejemplo altamente probable que auténticos cavernícolas que ni saben qué es la radioactividad ni un contador Geiger abran sus puertas.
¿Cómo se evita que abran esa terrorífica caja de Pandora?

Generalmente hay dos escuelas de pensamiento:
Una que aboga por los marcadores: signos inequívocos por su valor inconsciente (sobre los humanos) cómo calaveras o pictogramas de pánico y muerte; cómo hicieran los egipcios (iconografias que por cierto y con toda nuestra tecnología somos capaces de desencriptar muy levemente aun a día de hoy). Escrituras, dibujos, escenificaciones que en resumen digan lo que el poster:



Otra, a la que me adhiero, aboga por meter toneladas de cemento en la boca del túnel, plantar césped y árboles, eliminar cualquier rastro de presencia humana en la zona, y desear que nunca, nadie, halle indicio alguno de que ahí hay algo, porqué si lo hay, se van a meter y la van a líar.

El documental es un planteamiento brillante alrededor de conceptos en los que nunca pensamos: ¿cómo nos podemos comunicar con generaciones hiper-futuras de nuestra misma especie (o parecida)? ¿Hay un lenguaje universal para ello? ¿Hay manera alguna de evitar que la curiosidad de seres futuros monte un cristo de cojones? 

Porqué al fin y al cabo, si HOY encontráramos en Sumeria un monolito que dice “No os metáis por la trampilla pues lo que alberga este túnel os matará a todos”, ¿no entraríamos acaso escopeteados y en vivo por CNN?

El documental vendrá grande/insustancial a todo aquel público estrecho de miras, incapaz de entender el GIGANTESCO problema que plantea intentar entender cómo será el mundo dentro de 100, 1.000, 100.000 o 2 millones de años; gente que piensa que los que morarán entonces el planeta serán cómo nosotros, hablarán inglés y verán Netflix, sólo que en versiones más evolucionadas.
Esta gente, decía, no entenderán el documental.

El resto espero que lo disfrutéis horrores cómo hice yo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lenta para mi gusto.

No hay solución buena.

Particularmente pondría tras la primera puerta:
- 1 contenedor de residuos pero vació y con signos de estar manipulado.
- tropecientos cadáveres junto al contenedor.

Daría a entender lo que conlleva la apertura de un contenedor.

Si esto no es aviso suficiente, mas vale que palmen.

Ginto

Anónimo dijo...

Foto de Carmen de Mairena.


No, en serio, de verdad hay un ingeniero que dice que eso no tendrá pérdidas radioactivas dentro de 50.000 años? Mantenimiento?



Firmante por Dios.


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