Fachencia (II): Reflexiones :)

Mi finde pasado en Valencia fue de lo más extraño. Fui por una serie de circunstancias equis, todas ellas orbitando alrededor de un amigo que fue invitado a hacer de jurado en un certámen internacional de danza.
No, no es marica.

El sábado eran las finales por equipos. Es interesante destacar que dentro de la danza, y a diferencia de otras disciplinas, hay dos divisiones: individuals y grupos. No hay –por lo que pude ver- separación entre machos y hembras o en función del peso o la edad. Sí que dividen no obstante entre danza clásica (Cascanueces y chavalitas en un tutu y tal), Neoclásica (ni puta idea) y Moderna (la de tios hacienda el mongolo sin ton ni son). En definitiva, que fuimos a ver las finales en la modalidaz de grupos y pude constatar:
1-Que cuando hay un grupo de tias bailando, la atención del espectador hetero SIEMPRE se centra en la que tiene las tetas más grandes, y que de ahí va ordenándose el tiempo concedido en repasar a cada una en función del tamaño de las tetas. De mayor a menor, claro.
2-Que luego, tras ver las caras, los cuerpos y tal, el ranking anterior sufre –ligeras- modificaciones siendo aun la variable principal el tamaño de las tetas.
3-Que el grupo ganador fue aquel con las tias con las tetas más grandes.
TRUE STORY.

Me alojaron en una localidad en las afueras de Fachencia cuyo nombre no conozco ni llegué a conocer que yo recuerde. Era una urbanización para ricos edificada alrededor de un campo de golf bastante bello. Por las maneras de la gente que pude analizar en la casaclú, creo que eran mayormente gentuza de Madriz. Unos incluso comentaron que el dia o la semana antes estuvo echando unos hoyos Vidente Boluda, quien perfectamente pudiere tener un chalé o un tique en esa government facility.

Piscina, Jacuzzi, todas las comodidades eran pocas, y toda la urbanización estaba impregnada de palacetes y tal. No obstante, contabilicé que entre un 25% y un 33% de los mismos estaban en venta. El azote de la crisis no toma prisioneros y menos aun en tiempos convulsos como estos. A mí, la verdad, el lujo y el alarde me deprimen, más aun las calles vacías. Esos ricachones se conocían con sus vecinos y por las noches al parecer se juntaban para cenar y tal, rompiendo asín con el atronador silencio de ese vecindario. Cada vez que entraba en la urbanización, el vigilante de la barrera me miraba intentando dilucidar si era yo un criminal o alguien dispuesto a estrobar el merecido descanso del millonario. Como si hubiera algo allí qie me interesara lo más mínimo aparte de las bolsas de palos que tampoco hubiera robado… no sé si los ricos lloran o no, pero yo me echaba a llorar de haber tenido una propiedad en esa deprimente area de acaudalados empresarios venidos a menos.